martes, 12 de julio de 2011

El cambio de tono en los pedales!!!

Tonifícate: laberinto de pedalesRaúl Barrantes|12.07.2011Tonificate 1: Más madera
Tonificate 2: el tono es cuestión de física o mística
Artículos para ayudarte a entender mejor qué es el tono, de dónde viene, a dónde va, y cómo acercarte cada vez más a ese que te trae loco.


Parece una obviedad el decir que los pedales de efecto a los que somos tan aficionados – a veces hasta la obsesión… ¡otras hasta el divorcio! – afectan al tono. ¡Por supuesto! Si uno pisa esa cajita de agresivos colores que dice no sé qué de distorsión, nuestro tono cambia. Si hacemos lo propio con nuestro último y flamante fuzz de boutique, o sobre ese phaser, trémolo, delay analógico o [ponga aquí su última adquisición favorita] que tanto nos ha costado conseguir, nuestro sonido cambia. Por tanto, nuestro tono se ve afectado. ¡Pues claro!

Lo que no es tan obvio es que esos mismos pedales también tienen su efecto sobre el tono cuando no están cumpliendo con su función. Y aquí es cuando pueden llegar los problemas…

Colorear o chupar tono
Son dos expresiones que se oyen y leen muy a menudo cuando hablamos del efecto de los pedales de, ejem, efecto en el sonido. El primero hace referencia a cómo afecta a la tonalidad propiamente dicha, y se aplica muy a menudo también al propio resultado del pedal conectado. Parece lógico que al activar uno busquemos precisamente que coloree, pero en algunos escenarios en que, por ejemplo, solo se busca un empuje de ganancia por medio de un pisotón, lo de colorear no resulta tan deseable. Así, hay efectos que se presuponen inocuos para nuestro tono, y normalmente hacen gala de esta característica en la etiqueta de precio (“cristalino” es uno de los adjetivos que se usan con frecuencia para muchas distorsiones y overdrives del mercado de boutique).

Aquí, no obstante, nos interesa más el otro escenario, en el que el pedal colorea sin estar conectado. Ése en el que, al colocar nuestra nueva adquisición en la pedalera, aún antes de activarlo, ya notamos que algo ha cambiado (para mal, normalmente, si no, nos quejaríamos). Que chupa tono es esa otra expresión habitual entre quienes viven (vivimos) la cruzada del tono, que habrán (habremos) pronunciado un buen número de veces, y con la que normalmente el sufrido guitarrista se refiere a esa notable pérdida de agudos que provoca disgustos aun con el pedal apagado.

Las causas detrás de estos fenómenos las apuntábamos ya en la anterior entrega de esta serie, la dedicada a los cables, y tienen que ver con términos como capacidad o impedancia que no tenemos tiempo aquí de explicar con detalle. Basta de momento quedarnos con la idea de que los circuitos de un pedal pueden afectar negativamente a la integridad de la señal que parte de la guitarra con dirección al amplificador, aunque el pedal esté en la posición de off, restándole vitalidad o, más concretamente, agudos o volumen, principalmente.

En situaciones en que apenas tenemos un par de pedales, estos efectos pueden ser mínimos o directamente imperceptibles para el común de los mortales, pero en cuanto empezamos a acumular unidades como si de tropas para el desembarco de Normandía se tratara, la cosa puede resultar catastrófica. Aún, incluso, habiendo cuidado y mimado precisamente el objeto del anterior artículo, los cables, o cualquier otro elemento de la cadena de sonido.

¿True-bypass es la solución?
No necesariamente, la verdad. Éste es otro de esos términos tan absolutamente en boga en los últimos años, que nos trae de cabeza a muchos guitarristas y que encierra un pequeño mito... Que un pedal tenga la característica true-bypass significa, en resumidas cuentas, que su diseño evita que la señal se vea afectada por el circuito interno cuando ésta lo atraviesa estando apagado. Dicho de otro modo, y sin entrar en detalles técnicos, que la señal pasa directamente del input del pedal al output sin “ver” nada más y, por tanto no sufrir degradación. Lo cual se ha publicitado como la solución definitiva a todos los problemas de tono de los usuarios de unidades de efecto.

A nivel individual, la publicidad es cierta: un pedal con true-bypass no afecta (si realmente lo es) a tu señal. Para casos como el anterior, en que nuestra pedalera es mínima (2-3 pedales), digamos que la regla se mantiene. Pero cuando empezamos a acumular cacharrería como si de una sala de control de la NASA se tratara, el true-bypass no tiene por qué ser necesariamente la solución óptima.

Volvamos al tema de los cables, y recordemos lo que comentábamos de atravesar cientos de centímetros hasta llegar al ampli. Por muy inocuos que se presupongan nuestros pedales, en el momento que acumulamos en torno a la decena, o más, el true-bypass no nos salvará de la pérdida de tono teniendo que superar la señal grandes longitudes de cable, conectores, soldaduras, etc. Pero los problemas no tienen por qué acabar ahí: a causa de la pérdida de tono o señal, nos podemos encontrar con que al activar un pedal en cuestión, la señal recupera su vitalidad perdida y el incremento de contenido agudo o volumen es desproporcionado. También puede que hayamos compensado la falta de agudos en la ecualización del amplificador, por ejemplo, y como resultado de esta adulteración nos encontremos con ruido excesivo o una aspereza que no se corresponde con nuestro equipo.

En estos casos es cuando surgen voces como la de Pete Cornish, gurú de los efectos que ha trabajado y diseñado pedaleras para algunos de los más grandes (como David Gilmour, por ejemplo), que reniegan del true-bypass. Cornish realiza complicados diseños en los que calcula impedancias para asegurar que la cadena contiene elementos que empujen la señal con las características necesarias para mantenerse íntegra en su tránsito hasta el amplificador. Lo que nos queda de esto al resto de guitarristas, poco versados en los entresijos de la electricidad y la electromagnética, es la importancia de un buen buffer en escenarios con superpoblación de efectos. Un buffer no es más que un componente en el diseño de un circuito que, como decimos, realza la señal que recibe el pedal para compensar las posibles pérdidas. Su función es algo así como de salvavidas, y lo podemos encontrar en muchos pedales que no son true-bypass como el famoso afinador de Boss. El problema con los buffer es que su presencia no es en sí misma una garantía: ha de ser de buena calidad.

¿Conclusiones? Conocer las características de esos bienamados pedales que tanto nos gusta acumular frente a nosotros en el escenario es vital para saber cómo están afectando a nuestra señal. Tenemos que entender en qué situaciones un true-bypass en realmente importante: en cuestión de wah-wahs, por ejemplo, es absolutamente necesario, ya que estos circuitos son maestros en el arte de chupar tono. Pero también tener claro que acumular pedales true-bypass no es necesariamente sinónimo de conservar el preciado tono de nuestra guitarra, o que un buen buffer al principio de la cadena puede hacer maravillas por él. El resto, como siempre, cuestión de probar y hacer caso a nuestros oídos.

1 comentario:

  1. Hola Javier,

    es muy interesante y de mucho uso, conocer acerca de lo que en verdad implica el true-bypass, debido a que muchos piensan que esta es la real solucion al cambio de tono de la guitarra, te agradezco por haberme sacado de ese pensamiento.
    Gracias ..

    Cordialmente,

    CRISTIAN TORRES

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